Introducción

El papel de las mujeres en la historia es un hecho que se ha ido desvelando a lo largo del siglo XX; pues, a lo largo de nuestra historia ha habido reinas que han conseguido conquistar territorios, exploradoras que han recorrido los confines de la tierra para ampliar fronteras, al igual que artistas, escritoras y activistas que han logrado cambiar la opinión reinante. El problema es que en las sociedades patriarcales dominantes el papel de la mujer siempre ha estado marginada y relegada a los hombres, y es por ello que no siempre se han explicado las historias de mujeres que se han enfrentado a la resistencia y han superado obstáculos. Es así, que se considera que esta marginación comenzó aproximadamente hace unos 12.000 años.

En la Edad de Piedra se formaron las primeras comunidades, estas vivían en sociedades cazadoras-recolectoras, desempeñando tanto hombre como mujer un rol de vital importancia. Sin embargo, con la llegada de la etapa neolítica, esta situación cambió, pues fue cuando la especie humana dejó de ser nómada y se asentó geográficamente en un lugar favorable para la agricultura (actividad controlada por el hombre).

Es así, que conforme avanzaba el tiempo y las comunidades se desarrollaban, la contribución de la mujer a la producción de alimento disminuyó y el hombre comenzó a imponer restricciones y control, y controlando su comportamiento mediante distintas instituciones como la ley, la religión y el matrimonio. En las antiguas civilizaciones, como Roma, Grecia, China o Egipto, las mujeres tenían prácticamente ninguna libertad en comparación a los hombres. Sin embargo, ellas gozaban del estatus del hogar y de criar a sus hijos.

Sin embargo, la llegada de la Edad Media supuso la imposición al monoteísmo (especialmente en Occidente y en Oriente próximo), y las leyes y costumbres creadas limitaron aún más el papel de las mujeres. A pesar de ello, algunas reinas y emperatrices demostraron que las mujeres también podían ser grandes regentes.

Durante el auge del imperialismo occidental (S. XVIII) las potencias coloniales impusieron a las mujeres los roles sexuales en América, Asia (y Australia) y África, desplazando así las distintas costumbres indígenas. Paralelamente, las mujeres participaron en distintos movimientos de protesta y reforma, así como revoluciones que configuraron el mundo moderno. Como resultado de la revolución industrial, el panorama económico cambió debido a la intensa incorporación de la mujer al mercado laboral. Las mujeres trabajadoras empezaron a generar riqueza, exigieron los mismos derechos que el sexo opuesto. El término «feminismo» comenzó a ganar más peso convirtiéndose en un movimiento mundial y universal, y las mujeres se manifestaron reiteradas veces exigiendo más libertades, entre ellas el derecho a voto.

Huelga «Pan y Rosas» 1912. Foto: GETTY

Durante las dos guerras mundiales, las mujeres desempeñaron un papel crucial, así elevando su posición social. Llegada la segunda mitad del siglo XX, su papel se había transformado, pero todavía quedaba mucho por hacer. Durante la segunda y tercera ola de feminismo, en la época de 1960, las mujeres en un intento de derribar todas las barreras y fronteras tradicionales y conservadoras, tratando de poner fin al patriarcado, han hecho campañas muy diversas, como puede ser el aborto, el divorcio o los derechos por la comunidad LGTB. Y no es hasta ahora que se empieza a oír nuestras voces.